Sobre la piel nos abalanzamos estrepitosamente, casi al punto de caer.
Pero no caemos nosotros, sino que caen nuestras ropas y seguimos avanzando desde (¿hacia?) el caos que la creación desborda su paso.
Somos dos, somos tres, cuatro, miles, rompiendo contra la marea de la vida, arremetiendo con mas brío e impulso en cada oleaje.
Nos suspendemos en la brisa, en el fragor de los cuerpos.
La luz llena la habitación, ardemos por encima de nuestros pies descalzos
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